miércoles, 25 de marzo de 2015

Fuego.







-El fuego es bonito.

-No, el fuego es peligroso.

-Pero yo creo que es bonito. Brilla en la noche, aparta las sombras.

-Puede hacer mucho daño.


- Si se trata bien no tiene por qué. Y puede ayudar mucho en la oscuridad.

- A veces, la oscuridad es aún mejor que el fuego.

- La calidez del fuego ayuda en las noches frías. Puedo quedarme mirandolo eternamente.

-Es peligroso. Consume todo aquello con lo que se cruza, se le debe temer. Destruye todo, convierte en cenizas lo que una vez fue la vida

- El fuego es vida, brilla con intensidad, es fuerte. Es bonito.

-Puede quemarte, causarte heridas que nunca curaran. Es muy peligroso y es mejor no acercarse a él. El fuego es indomable, impredecible. No sabes que puede hacer.

- ...yo soy fuego.

miércoles, 18 de marzo de 2015

Serlo todo. No es fácil Ser ( parte 1)






Todos decían que aquel proceso era especial, que era un momento de la vida inolvidable. Cuando el embarazo estaba avanzado él seguía igual. Aquella experiencia no le aportaba nada de positivo, tan solo gastos en chocolate y otros antojos que ella tenía. Su única aportación había sido genética, por lo demás se sentía completamente ajeno a todo lo que estaba sucediendo.

Quedaban pocas semanas para que aquello terminará y empezará la siguiente fase, ahí su papel sería más importante, o es lo que decían. Ella le llamaba emocionada muchas veces diciendo que le sentía, pero cuando él posaba su mano en el hinchado vientre solo había calma.

Aquello le hacía sentir más alejado de aquella pequeña criatura que supuestamente vivía, también, gracias a él.

Un día, estando tranquilamente disfrutando de las vacaciones llegó el momento. Ella fue la primera en sentirlo, ¿cómo? era algo que él nunca sabría ni llegaría a sentir. Su deber era llevarla al hospital y apoyarla, sabía que eso le ayudaba pero no hacía más que fortalecer aquel sentimiento, él era solo un elemento que favorecía a los demás, pero no se sentía parte de todo aquello.

En la sala de partos se mantuvo firme, al lado de ella, quien realmente estaba sufriendo el proceso.  Llegaron los llantos infantiles, era niña y ya estaba con ellos. Alguien mencionó algo sobre el padre, pero él seguía sintiéndose ajeno.

La niña terminó en manos de la madre, y ella le llamó la atención para que se acercará. En aquel momento lo vio todo claro. Aquella pequeña niña le miraba por primera, tenía los ojos muy abiertos, eran de color miel, como los de la madre pero había algo más. Aquellos ojos curiosos eran la prueba viva de que él no solo era un mero espectador, había algo de él en ella.

Se sintió más participe, más responsable de ella. Sabía que aquella pequeña solo les tenía a ellos y no iba a fallarle. Secó sus primeras lagrimas, escuchó sus primeras carcajadas, vio sus primeros pasos, escuchó sus primeras palabras, pagó sus fiestas de cumpleaños, le compró los mejores regalos, le llevó a los lugares más lejanos, le ayudó con los primeros deberes, sufrió en sus primeros exámenes, amenazó a sus primeros novios...

Ella era su pequeña princesa, él era su guardián, su protector, su confidente, su apoyo, su fuente de saber, él lo era todo.

No es fácil ser padre.

Relato dedicado a todos los padres

miércoles, 11 de marzo de 2015

Estrella




Dulce, suave, brillante... no, resplandeciente. Pequeña estrella ya te encontré
de mi no escaparás, en mis manos te guardaré, siempre con cuidado, no te vayas a romper.

-Dime, mi pequeña estrella, ¿has caído del cielo?

*No, no he caído. Estoy viajando por los cielos.

-Creía que solo uno había, mi mismo cielo, mi mismo mundo.

*Tu cielo, tu realidad. Todos tienen su cielo particular, su mundo donde soñar, un mundo donde olvidar, quizás a los demás. También hay un cielo para todos, donde todos siempre juntos están, donde todos comparten eso que los humanos llaman quizás amistad.

Frágil estrella, su brillo se va, pequeña se hace, pero entre mis manos aún esta.
Ilumina mi espacio, ilumina mi cielo. No te alejes de mí, mi dulce estrella sin fin.
No te vayas jamás, para evitar esa oscuridad.

-Dime, mi pequeña estrella, ¿siempre rompes oscuridad?

*Mi brillo siempre iluminará, sino es en el cielo será en el corazón de aquellos que me ven, de aquellos que me sienten, de aquellos que me conocen...

Silencio, sus palabras se pierden, es más pequeña, brilla menos, ¿ te agotas pequeña estrella? creía que no tenía fin, quizá mejor dejarla ir...
Abro mis pequeñas manos hacia mi cielo, ese cielo que solo yo puedo ver. Vuela alto... pero no, sigue ahí.

- Dime, mi dulce estrella, ¿volverás al cielo?

*¿No lo ves? ya estoy en él.




miércoles, 4 de marzo de 2015

Bufón



El sonido de los cascabeles era lo único que rompía el silencio. El bufón no se detenía, seguía su baile constante lleno de saltos y pequeñas piruetas a pesar de no haber música.  En la sala la luz escaseaba, pero se podían ver los colores radiantes de su traje. Eran llamativos, ideados para esa clase de eventos, y se veían como estelas fugaces que nunca cesan su movimiento. De una punta a otra de la sala, quedándose en medio para dar algunos saltos, volviendo a un extremo y hacerle una reverencia a alguna dama. 

En una de las mesas un hombre miraba el espectáculo con una copa vacía en la mano. Él se sentía igual que aquel hombre al que veía danzar de modo tan cómico intentando provocar sonrisas y carcajadas con pocos o nulos resultados. Su comportamiento los últimos meses se había basado en palabras amargas y actos rencorosos. Y todo por ella. Ella no le amaba, y eso le había causado más mal en la mente que en el corazón. Había perdido la razón y había actuado igual que el bufón. Corriendo de un lado a otro ofreciendo su lamentable imagen con actos fútiles. Seguramente era tan sólo el objeto de burlas y risas por haber actuado de tal modo.

En otra mesa de la sala una familia. Los niños miraban en silencio el espectáculo, aburrido para ellos, sin comprender por qué debían ver semejante degradación de una persona que tan sólo causaba lastima y bostezos. Miraron a sus padres, quienes también observaban al bufón. Sabían que aquella era la viva imagen de sus tristes existencias. Hacían un teatro para el público, se mostraban felices y alegres para luego en el refugio de su hogar ver la miserable realidad. Caras largas, gritos, enfados y agresiones sin sentido por cualquier desajuste en la rutina.

Paseando por detrás de las mesas se encontraba una joven, el vestido era uno de los más caros, y decorada con joyas la joven observaba a los invitados más que al espectáculo. A uno en concreto. Ese hombre le había dedicado toda clase de palabras dulces, le había hecho promesas sobre castillos y riquezas mas a ella no le interesaba.  Miraba al bufón pensando que ella hacía lo mismo que él, danzaba de un extremo a otro buscando algo que sabía que no encontraría. Comprensión, sueños y esperanzas. Alguien que fuera capaz de crear una sonrisa en su rostro. Pero aquel hombre solo había hecho promesas falsas, pues sabía que no iba a poder cumplir con su palabra.