miércoles, 28 de octubre de 2015

Cuando no es lo que esperas. Historia de "Allá" (2)




Cuando al fin la cola se había terminado dijeron su nombre. El "becario" muy amablemente se despidió de ella, dijo que debía ir a por el siguiente cliente y así lo hizo. Ella miró hacia atrás, habían muchos que se habían unido a la cola y esperaban el turno. Su nombre volvió a escucharse y se sobresaltó. Delante tenía una gran puerta, la abrió y se encontró en una gran sala llena de mesas, muchas de ellas ocupadas.

-¿Unas oficinas?... esto es....

Una mujer bien peinada y arreglada se acercó a ella, parecía molesta por algo.

-Señorita, no se quedé ahí de pie, le he llamado más de cinco veces. Acompáñeme.

-Si.. disculpe.

Ella se sentía extraña, se miró de pies a cabeza viendo que era mucho más joven, ¿dónde habían ido todos los años que llevaba a su espalda? tampoco le importó mucho. Al llegar a la mesa de aquella mujer, se sentó.

-Bienvenida a la agencia de colocación " Nuevo Amanecer", le hemos devuelto a  su cuerpo una forma más joven en la que le será más sencillo moverse. Resolveremos sus dudas y revisaremos su currículo para...

-Espere un momento señorita. - Le interrumpió, debía hacerlo, aquellas palabras cada vez tenían menos sentido. - ¿Agencia de colocación? pero si me he muerto, ¿no me toca el descanso eterno? Ya he trabajado muchos años.

-Oh, sí ha aprendido y se ha preparado para la siguiente etapa, aquí  lo vemos, tenemos toda su vida registrada. Si su currículo fuera más pobre debería usted reencarnarse para hacerlo mejor, pero alégrese, no es así.

-Me han dicho que La Muerte decide donde va cada alma.

-Y así es, le haremos algunas pruebas para confirmar que es usted, y no un caso de suplantación de alma, luego le pasaremos los datos a La Muerte, y ella decidirá qué hará usted en esta nueva y maravillosa etapa de su existencia.

-¿Cuánto durará? - Todo era demasiado extraño, no podía pensar en la mitad de información que aquella mujer le estaba dando, en la iglesia cada domingo le decían que iría al cielo y podría descansar tranquila, es lo que esperaba, un poco de paz, pero por lo visto iban a darle más trabajo. - ¿Saben que ahí abajo prometen el descanso?

-¿Ahí abajo? dónde...oh, ya entiendo. Tiene usted los conceptos un poco confundidos, no se preocupe, le daremos el manual adecuado.

No se atrevió a preguntar o decir nada más, esperó a que esa señorita sacará unos papeles de varios cajones que habían tras ella, luego que firmará unos documentos, que hiciera varias fotografías, tomará sus huellas dactilares y escribiera con una pluma antigua en un pergamino que parecía sacado de una película ambientada en el Medievo.

- Debe responder a este cuestionario. - Le tendió una pequeña libreta de unas treinta paginas. - Le acompañarán a una sala tranquila donde podrá hacerlo, con usted estará en todo momento uno de nuestros becarios, cuando terminé le guiará al despacho donde deberá entregarlo.

Ella cogió aquel cuestionario pensando en lo bonito y sencillo que había sido su funeral, por un momento pensó en sus amigas, deseando que ellas nunca tuvieran que pasar por aquello.

Tal y como había dicho aquella mujer un becario se acercó. De nuevo parecía alguien cubierto por una sabana oscura.

-Acompáñala a la habitación... - la mujer estuvo mirando la pantalla de un ordenador, era sorprendente verla usándolo ya que momentos antes había estado un largo rato escribiendo como si estuviera en otro siglo - la 375 está libre, la voy a pedir.

La sabana se limito a asentir y empezó a andar. La joven que no comprendía nada se aseguró de no perder el cuestionario y de coger un bolígrafo para seguir al curioso becario. Pasaron cerca de varias mesas, ahí había mucha gente. No se veían ancianos, seguramente le habían hecho lo mismo que a ella, rejuvenecer el aspecto del alma para que pudiera moverse con mayor facilidad. Lo triste era ver algunos infantes.

Atendiendo a aquellas personas también habían muchos, vestidos con traje y peinados elegantes cumplían con su trabajo. Recitaban el saludo corporativo e indicaban los pasos a seguir. Le pareció reconocer a uno de sus vecinos de la juventud, el señor Jugert. Aquel hombre había fallecido cuando ella tenía doce años, lo recordaba bien, y ahí se encontraba, atendiendo a los recién fallecidos.

Llegaron a un ascensor y empezaron a subir pisos. Cuando llegaron al pasillo la sabana le indicó el camino amablemente para luego seguirlo. La sala a la que había sido destinada era de lo más simple. Tenía una mesa, una silla y una lámpara. Con cierto fastidio se sentó y empezó a revisar el cuestionario.

-Esto me recuerda a los examenes del instituto... quiero mi descanso prometido.


Eran preguntas de su vida, estaban asegurándose de que era ella y que realmente había vivido todo aquello. Cada pregunta era un recuerdo que siempre le acompañaría en aquella extraña muerte.

miércoles, 21 de octubre de 2015

Sueños



- Era un sueño precioso. Me encontraba en un gran campo de flores de mil colores, yo tenía una pequeña cabaña en ese campo, el sol brillaba cada día..

-Deja estar los sueños, no tienes edad para seguir hablando de esas cosas, luego lo deseas y uno no puede conseguir siempre lo que quiere.

-Los sueños son míos, nadie me los puede quitar  y no se rigen por la edad.

-Pero no te darán de comer, por lo tanto no son necesarios.

-Siempre ves la vida de negro y gris, los sueños le dan color. Pueden ser un objetivo, la meta al final de la gran carrera. ¿Acaso no hay algo que siempre hayas querido hacer?

-Ya no. El objetivo es sobrevivir, para ello hay que trabajar y tener dinero, con un sueño no se consigue nada.

- Pero es mejor trabajar pensando en lo bueno de mañana.

-Lo bueno de mañana es que tendré recursos para seguir sobreviviendo, y con eso me basta.


-Te conformas con muy poco. Prefiero pensar que mañana tendré recursos para hacer lo que más deseo, para conseguir esa cabaña que me dará tranquilidad. Porque nunca hay que abandonar los sueños.

miércoles, 14 de octubre de 2015

Operar. No es fácil Ser ( parte 7)




Había un silencio sepulcral. Sus manos estaban manchadas de sangre, al igual que todas las herramientas que había usado. La noche había sido demasiado larga y el resultado impredecible.

Se sentía agotado, como si hubiera subido una montaña sin probar una sola gota de agua. Le hacía falta una buena comida y mucha bebida, seguido de muchas horas de reposo, y aún así no se recuperaría del todo. Sabía que iba a ser un proceso largo y duro.

"Nunca se olvida" Ya le habían dicho que la primera vez sería algo que le iba a marcar, pero tenía claro que las siguientes iban a ser iguales. No s puede jugar con la vida y la muerte, pero en aquel edificio, en salas como aquella, todo dependía de personas como él. No es que decidiera sobre una cosa u otra, todo estaba en sus manos, su habilidad, y el paciente. O eso creían los familiares que esperaban noticias con ansiedad.

Se levantó sintiendo que una gran roca intentaba atarlo a aquella sala. Se quitó los guantes, la mascarilla y se cambio la bata. Presentarse con tanta sangre no sería muy adecuado. Cuando salió las enfermeras entraron para preparar el cuerpo y él se dirigió a la sala de espera, donde más de siete familiares esperaban noticias de la joven chica que había ingresado la noche anterior.

Cogió aire para dar la noticia, era triste. Había hecho todo lo posible, había luchado y suplicado al cuerpo de ella que también lo hiciera. Pero la enfermedad había sido más fuerte.

Cuando los padres se derrumban él intentaba explicar con más detalles el por qué de aquel desenlace, la dificultad de la situación y el reposo que ahora tenía. La joven había suplicado aquel momento, nunca tuvo esperanzas.

¿Habían faltado médicos? ¿los instrumentos no eran los adecuados? ¿ Los medicamentos no habían hecho sus efectos? ¿Faltaba sangre para la transfusión necesaria durante la operación? Eran demasiados factores los que podían afectar y era difícil determinar la verdadera causa, pero nadie quiso hablar más sobre ello. Ella no estaba, era lo único que importaba. Oír los llantos le rompía el alma, pero aquello no podía arreglarlo, en realidad, en ese momento sentía que era incapaz de arreglar nada, había fallado.

La familia se retiró,  en ese instante entraba una ambulancia. Un herido necesitaba una intervención de inmediato y él era el médico disponible. El paciente era un hombre mayor. Le dieron el aviso y suspiró un segundo. Era el momento de seguir trabajando, era el momento de seguir luchando por la vida.

No es fácil ser cirujano. 

miércoles, 7 de octubre de 2015

Regalo con Trampa. La Ciudad de las Muñecas (parte 6)





Jonathan sabía que no se podía trabajar con un taller sucio, por ello, cada mañana antes de abrir la tienda repasaba con un trapo humedecido cada rincón de su lugar de trabajo. Con otro trapo se aseguraba de que cada frasco estuviera reluciente, y con una escobilla limpiaba los moldes y la mesa.

Era como un ritual que debía hacer cada día, y aquello le hacía pensar muchas veces en el pasado, concretamente en ese día donde su vida cambio de un modo demasiado inesperado. En cierto modo estaba de acuerdo con aquel modo de vida, a él no le perjudicaba y tras tanto tiempo apenas le importaban las consecuencias de su trabajo.

Hace 75 años.

-¿Usted es el doctor del que tanto hablan?

-Depende de lo que haya escuchado caballero.

Jonathan estaba limpiando sus instrumentos tras haber hecho una larga operación con nefastos resultados. La consulta estaba bastante sucia y era lamentable que un posible paciente o familiar la viera en aquel estado, pero los guardias que custodiaban aquel edificio decidían quien entraba y cuando, por lo que no estaba en manos del buen doctor decidir quién veía la consulta ni en qué momento.

Se giró con cierto interés para ver el rostro del hombre que había preguntado por él. Era un señor de avanzada edad, seguramente con problemas de espaldas debido a la curvatura de la misma. Era delgado y tenía un cabello canoso bastante largo pero arreglado, al igual que una barba perfectamente cuidada. Era delgado y vestía un traje de lo más elegante, era extraño ver a alguien vestido de aquel modo en aquel lugar. No parecía asustado o asqueado por la sangre que salpicaba las paredes, el instrumental ni las ropas del doctor.

-He oído que usted está a favor de experimentar con humanos, y que por ello le mantienen aquí encerrado sin permitirle tratar correctamente a los pacientes. Solo le entregan aquellos que están destinados a morir por haber cometido los perores crímenes.

-En cierto modo ha oído bien, pero ¿alguien le ha hablado de mis avances?

-Sí, sé que gracias a usted se puede implantar una pierna artificial a aquellos que la hayan perdido, y que pueden andar con total normalidad. Me preguntaba cómo ha conseguido tal proeza.

A Jonathan le apasionaba hablar de aquello, así que mientras seguía con la limpieza de sus instrumentos le explicó a ese hombre sobre el uso de la magia en la medicina moderna. El extraño escuchó todo con atención e iba alabando el trabajo.

-¿Le gustaría poder trabajar fuera de este entorno tan.. hostil? Usted tiene un don y aquí encerrado no se puede potenciar.

-Le escucho.

Terminó de limpiar los instrumentos y cogió un trapo para limpiar la mesa y las paredes, no quería quedarse quieto mientras hablaba con aquel hombre pero le prestaría toda su atención. No le molestaba trabajar ahí, vigilado por los guardias, pero sus suministros de magia eran limitados en ese lugar, por lo que cualquier propuesta de una mejoría de su situación era bienvenida.

-Quiero que trabaje para mí. Le daré unas herramientas que podrán ayudarle a acceder al material y tendrá importantes encargos, para realizarlos deberá vivir varios años en la población que le indique, dentro de la misma puede vivir donde desee.

-Es tentador, me está ofreciendo mucha más libertad de la que tengo ahora mismo.

-Siempre y cuando cumpla con las tareas que le dé. Necesitaría sus servicios durante mucho tiempo, por ello le concedería una magia que le otorgaría longevidad.

-¿Es usted un feerum? Tal poder solo puede proceder de alguien nacido de la magia.

-No, pero algo parecido.

-Acepto el trabajo, no tengo nada que perder. - El doctor miró a su alrededor, la sala aun estaba sucia, pero un poco menos. - Estar aquí no deja de ser asfixiante, será gratificante cambiar de aires.

El hombre sonrió y le tendió la mano, el doctor no dudo, se lavó las manos y aceptó aquel signo que era un contrato. Al momento sintió un pequeño calambre en el brazo. Jonathan miró al hombre extrañado y mientras su visión se nublaba el hombre empezó a sonreír con cierta satisfacción.

Al despertar Jonathan se encontraba a las afueras y a su lado un maletín. Lo abrió y vio varios instrumentos de cirugía junto a una pequeña libreta. Empezó a leer y ahí pudo ver los detalles de aquel trabajo.

Aquellas herramientas eran mágicas,  se podían manipular extraños ingredientes que debería usar para fabricar muñecos y darles vida. Lo último que había escrito era la ubicación donde debería empezar a realizar ese trabajo. Era algo simple, debería hacer varias pruebas antes  de hacer un muñeco funcional ya que las instrucciones para la fabricación eran escasas, pero el proyecto era muy interesante para Jonathan.

El hombre cogió el maletín y empezó el camino hacia aquella población.

Actualidad.

Terminó de limpiar, estaba todo listo. Subió a la parte de la tienda y puso el cartel de "abierto".


Llevaba en ese pueblo veinte años y sabía que pronto le darían otro lugar al que ir. Sabía también como iba a terminar aquella población, pero había dejado de importarle, aquello era el precio de su libertad.