Recordaba como era estar
en el huevo, sentir aquella calidez y protección. Tener curiosidad al ver las
sombras del exterior, oír los sonidos atenuados por el cascaron que le mantenía
oculto.
Era agradable saber que
nada iba a molestarle, estaba a salvo de cualquier peligro.
Con aquel
"crac" todo cambio. Quedó expuesto a ese mundo lleno de elementos
hostiles y peligros desconocidos. El temor creció en su corazón, pero al ver
que alguien le cuidaba se despreocupó. Vivía en calma, esperando a que los
demás hicieran todo el trabajo para que él pudiera estar acomodado. Hasta que llegó ese fatídico día.
En aquel momento lo
primero que pensó era que se trataba de una broma pesada. Luego vio que era
verdad. Debía dejar aquel lugar acogedor y buscarse la vida. No iban a estar
pendientes de él, aquello había terminado.
No le traerían la comida, ni abrigo, ni le protegerían de todos aquellos
maleantes con malas intenciones. Ese era el momento de crecer.
Le dijeron que era
simple, " solo debes extender las alas y dejarte llevar". Pero
aquello no sonaba muy bien realmente. Había riesgos que no deseaba aceptar.
Podía caerse, podía quedarse en una corriente de aire que le llevaba a un mal
lugar, podía atraparle algún animal de presa....las posibilidades de fracasar
eran tantas que le abrumaba la idea de intentarlo. Aún así, no tenía elección,
debía reunir fuerzas y lanzarse.
El lugar adecuado para
emprender aquella tarea de alta complejidad era una rama apartada de su hogar.
Fue andando a pasos cortos para tener tiempo y reflexionar sobre cómo debía
hacerlo, como afrontar aquello sin sufrir consecuencias de un posible error. " Debes olvidar la posibilidad de
fracaso, tu puedes hacerlo todo" Que bello pensamiento, pero cuan
complicado es creerlo.
Cuando era ya la hora
extendió sus alas. Le parecían pequeñas y frágiles, no podía dejar de preguntarse
si aquellas estructuras tan endebles podrían sostener su peso. Respiró hondo
varias veces buscando una paz que necesitaba para lanzarse a aquel vacio sin
temer. No la encontró. " No te deshagas del miedo, es parte de nosotros,
debemos aceptarlo, y superarlo, pero no desecharlo. A veces es el miedo quien
nos da fuerzas". Un concepto absurdo a su parecer, pero no por ello menos
cierto.
Siendo el momento de
actuar el temor le paralizó, pero siempre tenemos a quien nos ayudé y de un
empujón. Él no era diferente, tenía mucha gente detrás que le apoyaba en aquel
menester y por ello, uno de aquellos compañeros le dio lo que necesitaba para
lanzarse. Un empujón que muchos considerarían a traición, peor que era
necesario.
Primero cerró los ojos. Luego
al sentir el viento extendió aún más las alas. Empezó a planear y los abrió. Se
tambaleaba precariamente, pero se mantenía y aquello era importante. No miró
atrás, sabía que podía volver cuando quisiera pero no iba hacerlo hasta tener aquello dominado.
Se sentía libre, podía ir
donde quisiera, sentía que era inalcanzable para los demás, para sus quejas,
las objeciones, las ordenes. Era dueño de sí mismo y de su camino, él decidía. Sus
temores fueron haciéndose pequeños. Él escogería que corrientes seguir,
escogería donde pisar, con quien ir. En su mente todo se volvió más claro y
racional.
No es fácil crecer.