miércoles, 20 de abril de 2016

Fin de proyecto.

Tras un año y poco el blog se ha llenado de escritos, pero poco a poco ha ido perdiendo su objetivo. Las motivaciones que lo empujaban han cambiado para ir en otra dirección.

Por otro lado, el blog no ha tenido el éxito que a estas alturas creía que tendría, y en vez de pensar en ello prefiero dedicar mis esfuerzos a otros proyectos que están dando más frutos de lo esperado y requieren más tiempo si quiero que sigan avanzando a buen ritmo.

Por ahora no habrán más escritos en una temporada, aunque ello no quiere decir que nunca vaya a dejar alguna historia más.

Sin más, salud y felicidad.

miércoles, 13 de abril de 2016

Momento épico.



Lo único que esperaba a esas alturas era una gran huida, de esas que son recordadas aunque pasen cien años. La escena era perfecta, típica, cierto, pero adecuada. El héroe se encuentra encerrado en las mazmorras de la fortaleza que está siendo asediada por cañones. En cualquier momento las paredes pueden caer encima del protagonista, pero a él nada le importa, sabe que tendrá su huida perfecta.

Pasados unos minutos pudo oír varios gritos. El plan estaba en marcha, o eso creía, pues su hermano debería aparecer en las mazmorras con las llaves.  Luego abriría esa apestosa celda y nos iríamos corriendo a la salida. Obviamente el ataque de los cañones no se detendría con aquello, seguiría de forma incesante destrozando aquel castillo y tirando paredes de la celda. Era una huida realmente épica.

Pero los minutos pasaron y mi hermano no aparecía. Me mordí9 el labio, intenté mirar por la ventana con barrotes, pegué un par de gritos preguntando si había alguien... pero nada.

El suelo tembló, las paredes retumbaron y yo empecé a imaginar que al final me quedaría ahí atrapada. Aquello sería un fin de lo más horrible, pero entonces me di cuenta de otro huida importante. Si los cañones destrozaban una de las paredes de mi celda, podría escapar por ahí. No era un modo de conseguir la libertad tan especial, pero me servía. Quedaría a la vista de toda la ciudad, verían como conseguir ser libre por mi propio pie.

El fallo de aquel plan es que no dependía completamente de ella, un cañón debía dar en un punto concreto para que pudiera salir de ahí ilesa y confiar en la buena puntería del enemigo no era su punto fuerte.

Mientras pensaba en otras alternativas igual de buenas algo se movió en el suelo.  Al principio pensé en un ratón, pero era imposible que aquellos pequeños roedores no hubieran salido del castillo.

Me aparté y miré atentamente, hasta que volvió a moverse y una baldosa del suelo se hizo a un lado dejando ver así a mi hermano.

No fui capaz de articular palabra hasta que salió de aquel asqueroso túnel y me explicó sus intenciones. No había logrado hacerse con las llaves, por lo que el plan era salir arrastrándose bajo tierra hasta llegar al otro lado de la muralla. Por un momento pensé que bromeaba, que solo lo había hecho para entrar, pero era verdad.

Incluso lamente tener que salvar mi vida. Me fue imposible reprimir los gritos y lloros de desesperación tras saber que mi magnifica huida se vería reducida a arrastrarme cual gusano entre la tierra sin que nadie pudiera verme... aunque claro, bajo ninguna circunstancia hubiera deseado que alguien me viera en tal posición.


Mi hermano pensó que mis lamentos eran por el destino de la ciudad, pobre infeliz, nunca sabrá lo que es tener una escena épica,  y aunque yo lo deseará, aquella tampoco sería la mía.  Aun así respiré hondo y entre en aquel horrible lugar pensando que algún día, sería mi momento.

miércoles, 6 de abril de 2016

Cartero. No es fácil Ser (parte 11)



Pronto conocería aquellas calles mejor que su propio hogar, aunque no había llegado tal momento. Llegó ante una bifurcación y sacó una de las cartas. Leyó durante unos largos segundos las palabras escritas en el sobre y luego miró el mapa. Estaba en la correcta, el problema era la puerta. Solían ir bien ordenadas, se comprendía que tras pasar por la primera uno se encontraba con la tercera, ya que los números pares estaban en la otra acera. Pero ahí había números y letras designando los hogares, lo peor de todo era que el mapa no contemplaba aquella posibilidad. Aquello no había quien lo entendiera y pese a ello, debía hacer llegar aquellas cartas en los buzones adecuados.

Se lamentó pensando en que debía haberse hecho pastelero, como su madre. Ahí simplemente seguías una receta, no había cabida al error. Toda la información la tenías y solo requería que el trabajador pudiera leer y manipular los ingredientes según las instrucciones. Otra opción había sido unirse a la policía, con su padre. Pero su carácter afable no encajaba mucho con el cuerpo.

Él había escogido esa profesión para ver mundo, conocer la ciudad y gente nueva. Le habían dicho que funcionaba ya que se pasaba el día fuera de casa y aquello le obligaba a comer en restaurantes o tomar el café en algún bar.  Aquella primera jornada comprendió que no era tan sencillo.

Y ahí seguía, en aquella intersección sin tener muy claro si debía ir a la derecha o a la izquierda, habría preguntado a alguien, pero en aquel barrio parecían estar todos trabajando, ya que incluso había probado en tres timbres y no había obtenido respuesta.

Sí quería entregar todas aquellas cartas más le valía darse prisa. A la mañana siguiente le darían otro montón igual y era mejor que no se acumularán. Tenía una gran responsabilidad, eran muchas las personas que contaban con él. Temía fallar, extraviar alguno de aquellos mensajes, quizá para muchos serían palabras sin importancia, pero los receptores seguramente verían aquellas cartas de otro modo.  No deseaba ser el culpable de que dos amigos dejaran de hablarse porque creían haberse olvidado el uno del otro, pero aquel sería el caso más optimista.

Cuando empezaba a desistir vio a una mujer mayor que paseaba a su mascota, un perro bastante pequeño que le miró con desconfianza. Él sonrió y miró las cartas de nuevo. Era una buena oportunidad que no iba a desperdiciar, por lo que detuvo a la mujer siguiendo el protocolo para tratar con ancianos y preguntó por la persona que debía estar esperando la carta que tenía entre manos.


Su primer día terminó, exhausto y algo abatido se fue a descansar pensando que en parte todos tenían razón, era un trabajo perfecto para conocer gente, pero no era nada fácil ser cartero.

miércoles, 30 de marzo de 2016

Carcel protectora



Se acercó al espejo con cuidado, levantó la mano para acariciar el rostro que veía en él. Los ojos rojos a causa del llanto, ojeras de cansancio, mejillas sonrojadas y labios cortados.

-  Cada paso que hago es para acercarme más al precipicio.

Durante unos segundos se hizo el silencio, y luego cubrió aquella imagen con una tela de seda. Le dolía ver ese reflejo que tanto daño había causado.  Cuánta sangre derramada en su nombre, cuántos hombres caídos en batalla solo para defender un nombre del pasado.

Mientras unos perdían la vida, ella se encontraba encerrada, a salvo decían.  ¿Debía permitirlo? Era posible que acabar con su existencia significará el fin de aquella guerra, pero dudaba entonces pues los hombres siempre encuentran algún motivo por el cual dañar al igual.


No le estaba permitido salir de la torre, por lo que sencillamente se acercó a la ventana, por donde llegaban mensajes constantemente del frente para informar de la situación. Pronto llegaría otra ave. El número de bajas, la siguiente estrategia, nuevos reclutas... todo anotado para que la reina estuviera informada.  Si al menos tuviera la llave para salir de ahí e ir con los suyos aunque fuera tan solo a brindarles esperanzas, palabras de apoyo... pero el Rey no lo permitiría nunca.

Miró al horizonte y entonces vio la pequeña silueta que tanto estaba esperando, ahí llegaban aquellas noticias cargadas de sangre. Las había estado esperando durante semanas, había llegado a pensar que todos habían perecido en el frente.
            

miércoles, 23 de marzo de 2016

Gweskaine. Poder ( 5)

Las hadas buenas, aquellas que supuestamente protegen la naturaleza, tienen poderes bien variados. Algunas hacen crecer las flores y los árboles, otras dan color  a los frutos, unas pocas vigilan que los insectos no dañen las hojas de las plantas, y muchas otras se dedican al cuidado de los humanos. Parece que olviden que toda vida debe terminar de una única forma; con la muerte.

Ahí es donde entran las hadas negras, y Gweskaine tenía muy clara su tarea y la razón del por qué sus poderes eran de ese modo. Algunas lo consideraban una maldición, pero ella no pensaba de aquel modo, simplemente era un modo de controlar la población del mundo, así como el poder para evitar que la vegetación dominase cada rincón.  Su magia era sencilla, consistía en el robo de la energía vital. Todo aquello que tocase con las manos desnudas terminaría consumiéndose en pocos minutos hasta fallecer. Para la hada negra era una sensación agradable, disfrutaba tocando una flor y que esta se marchitará en sus manos convirtiéndose finalmente en polvo arrastrado por el viento.

Las consecuencias de tan notable magia era la necesidad de llevar las manos cubiertas con unos guantes especiales, lo cual la hada aceptaba con gusto.

Pocos eran los que conocían aquel poder, pues prácticamente todo aquel que  lo veía era consumido antes de que pudiera decir algo. Ellas eran muy cuidadosas en que no se corriera la voz. Si alguien descubriese su poder, inmediatamente buscarían un modo de neutralizarlo. Gweskaine tenía en cuenta aquel dato, el conocimiento sobre las hadas oscuras era escaso y podía usarlo en su beneficio.  Por ello en aquella ciudad, nadie supo que ocurría cuando vieron que los árboles quedaban reducidos en polvo de la noche a la mañana, tampoco encontraron explicación a la desaparición de algunos nobles, solo podían atribuirlo a los típicos ladrones y asesinos. Aquello ayudaba a crear el caos, pues muchos pensaban que aquello era una guerra de poder político.


 A las pocas semanas, todos en la ciudad desconfiaban de los demás. Los nobles no dejaban de mirar a sus espaldas, temerosos de que alguien quisiera usurparles el poder que poseían. Los pobres, sabían que  eran soldados rasos en aquella batalla y tenían asumido que muchos caerían, por ello los que podían huían de la ciudad. Y tras las cortinas, Gweskaine se encontraba disfrutando del espectáculo que había iniciado.  Con unas pocas muertes había sido suficiente para que en toda casa hubieran armas preparadas, venenos escondidos y maquinaciones tras las puertas cerradas. Solo debía esperar un poco más y aquellos humanos culminarían su tarea.

miércoles, 16 de marzo de 2016

Concepto. Susurro



Muchos gritan cuando están furiosos, pero no saben que el tono de voz que realmente tiene poder, es el susurro.

Son aquellas palabras apenas inaudibles las que llegan al corazón para infundir valor o temor. Las que mejor transmiten el amor, pues acarician los sentidos para hacer comprender la ternura imposible de explicar con simples letras en el tono que se usa para conversar.

Las musas cantan sus melodías solo para los oídos de sus artistas y lo hacen con susurros para que sean los únicos capaces de oírlas y sentir su inspiración. Saben de la magia que transmiten y son cuidadosas con sus destinatarios.

Los sanadores alivian los daños de sus pacientes con breves frases bien calculadas, solo para los enfermos que sufren y necesitan descansar.

Padres y madres susurran a sus hijos instrucciones que nunca olvidarán, pues son aquellas las que perduraran en sus memorias con el paso del tiempo. Lecciones sinceras, especiales para los pequeños, quienes pueden creerse señores de un gran secreto.

Pero no solo sirven para buenas obras, pues las palabras envenenadas también se pronuncian en voz baja. No desean malgastarse en victimas innecesarias.

Para ofrecer temor y amenazas, mostrar seriedad y fortaleza ante el enemigo, certeza en el significado de lo dicho. Nada puede ser más aterrador que un susurro por la espalda, como un dardo afilado que corta el viento para llegar al cuello de su víctima con la ponzoña.

¿Cuántos caminos son conducidos por un mismo elemento? Son tan dispares, un mismo acto, tantos objetivos, saber usarlo adecuadamente es todo un arte bien complejo, pero útil.


Capaz de manipular sentimientos, ofuscar mentes, crear alegría donde solo había pesar. Cuan inmenso poder en algo tan pequeño como un simple y sencillo...susurro.

miércoles, 9 de marzo de 2016

Elección del nuevo camino. Historia de "Allá" (6 -Fin)




Otro becario fue a buscarla tras salir del jardín. Se encontraba en un gran pasadizo lleno de puertas blancas con números dorados, aquello parecía un gran hotel de lujo.

El suelo tenía una alfombra de colores vivos, cada dos puertas había una mesita con una pequeña lámpara que iluminaba lo justo y necesario con luz blanca. En la pared podían disfrutarse preciosos cuadros de paisajes que nunca había visto con marcos de madera, algunos sencillos y otros lujosos.

El becario esperó al lado de la salida a que ella diera un paso al frente en aquel pasadizo, tras hacerlo se colocó a su lado como si de una madre se tratara. Ella esperó unos segundos a recibir alguna clase de instrucción que nunca llegó, el becario tampoco parecía dispuesto a hablar, así que empezó a andar para ir viendo, al menos, todos aquellos cuadros. Hasta que uno le llamó más la atención que los anteriores.

-Qué extraño este paisaje. ¿Esas espirales que son?

-Árboles, por supuesto. Del planeta Leoroz, del universo Cuarto. Se trata de unos mundos totalmente distintos al suyo.

-Oh, ¿entonces es eso lo que ha decidido? ¿Y dónde tengo que ir?

-Puede escoger. Observa los cuadros y decida qué desea investigar.

-Es un detalle que me dejen elegir.

Estuvieron paseando por aquel pasillo bastante tiempo, incluso llegaron a ver dos almas más que decidieron antes que ella y entraron por aquellas puertas.  Al final se detuvo ante uno de los cuadros. Se había detenido ante aquel varias veces para captar todos los matices de aquel mundo. Era de lo más interesante, lleno de colores, parecía que el cuadro mismo estuviera vivo.

Era un paisaje de bosque, lleno de vegetación con todos los colores existentes y más. Flores de distintas formas, árboles grandes... quizá era el paisaje más similar a lo que ella conocía, aunque las formas fueran distintas. Lo que más le interesaba era la figura central, un árbol suspendido en el cielo. Tenía un gran follaje verde mezclado con frutos rojos y lianas rosadas y amarillas, un tronco fuerte lleno de nudos y unas raíces en forma de pirámide invertida que sostenían un pequeño pedazo de tierra.

Era empezar por algo similar a lo conocido, pero con una diferencia notable.  Había dudado en ir a un mundo que parecía encontrarse entre las nubes, pero sobre zonas como aquella se habían hecho muchas teorías. Prefería algo más sencillo.

-Me quiero quedar en este.

-Buena elección, puerta treinta -dos, vayamos.

La puerta no se encontraba muy lejos, y al abrirla se encontraron con una sala de espera, tenía algunos sillones que parecían cómodos y una mesa en el centro con varios libros y otros medios de comunicación. Ahí había un alma joven, un muchacho sentado mirando revistas de viaje.

-Siéntese, cuando sea el turno del renacer de su alma en este nuevo mundo será llamada y prepara. Mientras puede descansar haciendo lo que le plazca, si tiene alguna necesidad tan solo debe pedirla.

El becario cerró la puerta tras salir y ahí se quedó, esperando de nuevo. Se sentó y decidió mirar alguna revista, que por lo visto trataba del mundo en el que iba a vivir.

No sabía cuánto tiempo llevaba cuando fueron a buscarla. La acompañaron a otra sala con luces apagadas y le pidieron que se sentará en unos cojines con los ojos cerrados. Obedeció sin preguntar mucho, sentía curiosidad.

Al poco la invadió una gran sensación de paz. Estaba a gusto y tranquila, se sentía descansada y mantenía la mente en blanco. Empezó a escuchar voces amortiguadas, y al poco llegó a distinguirlas. Aunque la sensación de paz persistía en todo momento, llegó un punto donde se encontraba apretada, algo que le sorprendió. Quería salir de ahí, de donde se encontrará, pues ya no tenía muy claro donde estaba.

Con esfuerzo y ayuda salió al exterior llorando por mil sensaciones que invadían. Tenía frío, alguien estaba tirando de ella cruelmente, pero la peor sensación de todas era la de sus pulmones. Por un momento sintió que no podía respirar, luego, sin darse cuenta vio que estaba en ello.

- Aquí tienen a su preciosa niña, está completamente sana por lo que se puede observar.


Aquella era una voz desconocida, pero no tardó en escuchar aquellas voces que la habían acompañado durante mucho tiempo, y que estarían a su lado al largo de aquella nueva vida. Su mente entonces, empezó a registrar lo que veía, olía, tocaba...todo empezaba de nuevo.

miércoles, 2 de marzo de 2016

Concepto. Amor



-A veces lo que se busca es un tórrido romance, un huracán de pasión y emociones capaz de derrumbar cualquier pared.

-El resultado entonces se trata de devastación, daños por doquier y finalmente sensación de vacío.

-Eso lo dices porque no lo has vivido. No has sentido el frenesí, el ansía y el deseo.

-No te olvides de las expectativas exageradas, las cuales luego causan decepción y desazón. Es un gasto de energía por un corto tiempo que luego se convierte en humo.

-Es una experiencia llena de vida, ayuda a retener nuevos conocimientos para hacer frente otras situaciones. Todo el mundo debería vivir uno de esos romances, al menos una vez en la vida.

- Pero uno puede hacerse adicto de esas sensaciones, es demasiado fácil caer en la dependencia. La necesidad de sentir ese calor en todo momento.  Hace a uno débil e incapaz de pensar con claridad.

-¿Acaso alguna clase de amor permite pensar con claridad? Hay que guiarse un poco más por el corazón.

-Entonces se toman decisiones precipitadas, una relación de ese modo solo puede ser fugaz, algo temporal, esporádico y poco enriquecedor.


-Nadie ha dicho que lo bueno deba durar eternamente, de todos modos, ¿qué es la vida de un humano? Teniendo en cuenta el tiempo que llevamos poblando nuestro mundo, es una vida fugaz, sea así entonces, disfrutemos del momento.

miércoles, 24 de febrero de 2016

Aventuras y desventuras de una cama, parte 1


 <<Muchos creen que es gratificante ser una cama y estar todo el día en reposo. Pero pocos soportarían una existencia viendo lo que yo veo. Es cierto que en muchas ocasiones es agradable, pero en otras el sufrimiento que siento es algo indescriptible.  Reconozco que el trabajo del váter es más desagradable, pero al menos van de uno en uno.

Recuerdo aquella vez en que Marta se puso enferma. Encima mío no había sitio ni para una hormiga. Ella estaba tumbada y bien tapada, a su lado estaban los perros, los cuales me dejan llena de pelos, esas molestas hebras son capaces se pasarse semanas sobre las mantas y el colchón sin que nadie pueda quitarlas. Lo mismo ocurre con los gérmenes que tienen a la joven atada a mí.

Aquella tarde fue bastante movida, ella y los perros no fueron los únicos, vinieron amigos de Marta decididos a romper los muelles de mi colchón.  Eran dos hermanos, un chico y una chica, y creo que nunca ha habido una criatura más revoltosa que ellos dos juntos. Tiraron todas mis mantas al suelo, los perros se asustaron y salieron corriendo.  

Todo me pareció correcto hasta que cogieron el colchón y lo giraron, quedando este cruzado, una parte daba conmigo, la otra con el suelo. ¡Crearon un tobogán! La idea me pareció interesante al principio, pero mi preciado colchón se encontraba tocando el sucio suelo.  Se me pasó aquello con facilidad al oír las risas de Marta. Me gustaba que mi pequeña estuviera llena de vida y animada a pesar de la enfermedad que la hacía sufrir.

Aquel momento fue precioso, sentía mucho gozo, y una cama pocas veces se puede sentir dichosa.  Podría decir que incluso yo disfrutaba de aquello. Los pequeños subían encima de mí y se deslizaban por el colchón, ni siquiera me importó oír como la madera de uno de mis laterales crujía por el esfuerzo de mantener aquellos pequeños terremotos fuera del suelo. El sonido de las carcajadas era como un bálsamo, la melodía de la felicidad, y era contagioso. Ni todas las sabanas limpias del mundo podrían haber conseguido un efecto como aquel.

Pero...siempre ay "peros", el momento duró poco,  uno de los niños se hizo daño por caer mal, y las risas pasaron a ser llantos repletos de dolor y quejas sobre la mala construcción. Aquello me partió el alma, si es que las camas podemos tener alma.  Las madres no tardaron en venir, alarmadas por los gritos y el desconsuelo del niño afectado. Marta, obviamente, no se había hecho daño. Mi niña siempre ha sido muy prudente y cuidadosa.

Lo peor del momento fue una frase de la madre del joven accidentado. La citaré textualmente y así comprenderéis el dolor que sentí en aquel instante. "Esa cama es un peligro para los niños, no deberían jugar nunca en ella". Si hubiera podido le habría dicho a aquella desdichada criatura que sus frustraciones de la infancia no debían afectar a aquellos niños, y si ella se había caíd de su cama de pequeña era culpa suya, no de los demás. Suerte que Marta nunca ha tomado en serio las palabras de los padres ajenos.

Entre todos volvieron a poner el colchón bien, cambiaron las sabanas, pues las que llevaba antes estaban, digamos un poco sucias.

Por un momento temí que fueran a sustituirme, pues escuche la conversación de los padres de Marta explicando los sucesos de aquella tarde. No es que estuvieran de acuerdo con esa madre con malos recuerdos, pero sí coincidan con la idea de que ciertos juegos podrían hacer que me rompiera causando así bastante daño. Aquella noche pase pánico.

Arropé a Marta tan bien como supe, quería demostrar que era la mejor cama para ella. No quería que me separaran de ella, el temor empezaba a evocar imágenes terribles sobre el destino de un mueble desechado por sus dueños antes de tiempo. Marta no lo permitiría, quise pensar. ¿Dónde pasarían el día todos sus muñecos? Yo era una parte esencial de su vida y su reposo, ¡éramos intimas! y aun lo somos... a muy pesar mío.


Pero otro día ya explicaré otras experiencias, no es tan fácil ser una cama, y aunque quizá quejarme de ello es exagerar, es cierto que en algunos momentos preferiría ser otro mueble. La mesa del comedor por ejemplo... oh, bueno mejor no, siempre está llena de sucias migas de pan.>>

miércoles, 17 de febrero de 2016

Juicio. Historia de "Allá" (5)

Cuando a uno le llaman piensa que, tras ver todo lo anterior, se encontrará con el amplio despacho del jefe y este le juzgará. Se decidirá si debe ir al infierno o al cielo a descansar. Por toda la información que ella había recibido sabía que había otras posibilidades, como trabajos en despachos, reencarnación y horas de espera.

Cuando escuchó su nombre sonrió, no sabía el tiempo que llevaba esperando ni tampoco le importaba, lo único a tener en cuenta era la puerta por la que debía pasar. Le había indicado aquella voz que debía ir por una puerta marrón. Un color muy simple y apagado teniendo en cuenta que había oído nombres de colores que desconocía incluso.  No tuvo que buscar mucho, detrás suyo se formó el portón, de gran tamaño, rustica y sencilla.

Al traspasarla se replanteó la posibilidad de no haber llegado a ninguna parte. Se encontraba en otro jardín, aunque con tintes muy distintos. Las flores eran todas de tonalidades oscuras. Amapolas negras, margaritas negras, lirios negros...la gran mayoría de aquellas flores no tenían aquel color de forma natural.

Todo estaba muy ordenado, había vayas separando la vegetación del camino y algún banco para sentarse a reposar. Lo más curioso es que todo se encontraba dentro de la escala de grises.

-Bienvenida a mi jardín, espero que no te moleste que te atienda aquí... pero hay tantas cosas que hacer que no puedo quedarme siempre en la sala de audiencias.

Se giró al oír la voz cavernosa. No tenía muy claro que esperaba encontrar, pero sin duda, aquello no. Era un esqueleto del blanco más puro vestido con un mono de trabajo, llevando un sombrero de paja y cargando un pequeño cubo con herramientas de jardinería. Intentó pronunciar alguna palabra pero no le salía. Ella creía que la muerte seria un poco más seria, lo típico que sale en los libros, alguien con una túnica negra. La Muerte pareció comprender el desconcierto y se dispuso a explicarse.

-Todos tenemos derecho a tener aficiones, el trabajo no lo es todo, pero como las almas mueren a cualquier hora debo estar constantemente atendiéndolas... ya habrás visto que hay un poco de retraso.

-¿Un poco? Ahí fuera hay mucha gente esperando, creo que nunca había visto colas tan largas.

-Intentamos mejorar el sistema, pero nunca podemos reunirnos para ello, siempre hay trabajo.

Ella pensó en volver a replicar, pero no había necesidad de aquello, discutir sobre la espera con la Muerte no era el objetivo de aquel encuentro. Quería terminar con aquello y saber que iba a hacer.

El esqueleto fue hacía los lirios para atenderlos, también hizo un gesto para que ella se acercará.

-He leído tu vida, ha sido larga y has hecho muchas cosas, unas buenas y otras menos buenas. No has causado daño a los demás deliberadamente, se podría decir que estas en la lista de los buenos.

-¿Eso quiere decir que puedo descansar?

-Quiere decir que no hace falta que trabajes aquí, pero hay más opciones. ¿Hay algo que desees hacer entre los vivos? Sería una etapa para realizar sueños y sin juicio final, digamos... que sería como una recompensa, ni siquiera tienes por qué ser humana.

-¿Y las demás opciones cuáles son?
-Hay otros mundos que puedes investigar, para seguir el ciclo vivirías en alguno de ellos.

-Entonces las opciones es volver como humana o animal, o bien vivir en otros mundos siendo... lo qué sean en esos mundos. ¿Dónde está mi descanso? Yo esperaba algo así como poder dormir para siempre, o una terracita donde no se hace absolutamente nada sin tener que esperar a oír tu nombre.

-¿No hacer nada? Eso es lo que esperabas? ¿Dónde está esa curiosidad innata en los humanos? Hay mucho por descubrir.

-Y ya he descubierto mucho, pero...

-Ya lo he decidido.

-¿Qué? pero no había opciones a escoger?

-Claro, pero soy yo quien escoge, por algo soy la Muerte, y tu un alma esperando el veredicto de mi juicio.

-Los juicios no se hacen en los jardines.

-Se hacen donde el juez diga.

La conversación parecía haber terminado, la Muerte no le dijo nada más, simplemente siguió atendiendo a sus flores. Ella se quedó ahí de pie, perpleja sin saber dónde ir. Realmente tampoco le había dicho que iba a ser de ella. Sin duda aquella experiencia era muy lejana a lo que le habían dicho que era la muerte, pero claro, quien pasa por aquello nunca vuelve para contarlo.


Miró al esqueleto esperando a ver si le decía alguna cosa más, pero no fue así. Uno de los becarios se acercó a ella, como de costumbre con el sigilo propio de un gato.  Ella le miró confusa y el becaria le susurró que el juicio había terminado y "su" puerta ya estaba lista. Debía pasar a su siguiente destino. 

miércoles, 10 de febrero de 2016

Mazmorras.


Las mazmorras de un lugar están diseñadas para infundir temor, para hacer que los hombres empequeñezcan pensando en un turbio destino. Su señor, ordena crearlas con tales propósitos, y por ello buscan elementos que se asemejen a los monstruos de sus prisioneros. Aunque en realidad el lugar tan solo sea una imagen física de lo que el dueño del lugar prefiere no ver.

A pesar de ello muchas están realmente logradas y parte de su propósito siempre es cumplido, hacer desaparecer el valor y el deseo de vivir.
Por eso cuando le llevaron a aquella cómoda habitación se sintió altamente confuso. Sabía que era un prisionero, era algo que le habían repetido varias veces y que los grilletes de manos y pies confirmaban.  A pesar de ello, encontrarse en una habitación con una mullida cama, una mesa con un plato de comida caliente, varias mantas, e incluso un estante con libros, fue algo que nunca habría esperado. Que la habitación estuviera limpia era quizá lo que más le hacía pensar.

Se sentó en la celda y ahí le encerraron, aunque parecía una puerta normal tenía en la parte inferior una pequeña rendija que se abría. Por ahí le pasarían la comida. Era como estar en una posada con servicio de habitaciones. Se sentía cómodo, tanto que incluso la idea de quedarse ahí parecía atractiva.

Quizá era aquello lo que buscaban los carceleros. Si los presos se sentían bien no querrían salir al exterior y no buscarían problemas.  Un método poco usado pero eficaz.

Incluso le fue fácil conciliar el sueño a pesar de saber que aquello no duraría mucho. Todo estaba preparado y estudiado, pronto conocería las noticias. En cierto modo deseaba que llegará el momento, pero sabía que extrañaría aquel buen trato, pues no hace absolutamente nada en todo el día y que de dieran de comer, beber, un techo y un lecho caliente era mucho más de lo que tendría nunca.

No pudo oír si llegaban más presos, la comunicación era escasa tanto  los guardias, como con los compañeros de otras celdas. No le preocupó, él tan solo debía esperar, irían a buscarle y cada vez faltaba menos para ello.


Pasadas dos semanas, se despertó antes de la hora del desayuno. Sabía que ya tocaba, pues su vientre estaba acostumbrado y a esas horas ya reclamada la comida. Pero esta, no llegó.

Miró por la rendija sorprendido, era extraño que los guardias hicieran tarde. Cayó en la cuenta entonces. Había llegado el momento y la llegada de ella fue la última señal. Sus pasos eran inconfundibles. Firmes, no le importaba que todo el mundo escuchará su llegada ella necesitaba destacar y hacerse notar.

En cualquier otro lugar, los presos empezarían a gritar, rogar por su libertad o por tocarla, pues muchos de los que estaban ahí llevaban años sin tocar una mujer. Pero no en aquellas mazmorras. Ella era la única que rompía con el silencio, los presos estaban a gusto, no querían salir.

Sonrío, se escuchó como la puerta cedía ante las llaves y ahí estaba, escasa de ropa como siempre, con la mirada seria que nunca cambiaba y el pelo recogido en una sencilla coleta baja. Sus rasgos orientales quedaban acentuados por la poca luz. Por un momento dudo en salir de ahí, se estaba bien, era un lugar de paz donde no hacía falta hacer absolutamente nada para que atendieran sus necesidades básicas, pero el deber le llamaba.


No se cruzaron las palabras, simplemente él la siguió hasta el fondo del pasadizo de los calabozos, entraron en una celda vacía y entre los dos empezaron a mover algunas rocas. Próxima parada, el salón del trono.

miércoles, 3 de febrero de 2016

El arte de la Cocina. No es fácil Ser (parte 10)

Se había pasado toda la mañana en aquella plaza llena de gritos y pisotones pero lo había logrado. Se había hecho con los condimentos más adecuados para la noche, y es que tenía muy claro que un artista necesita el mejor material, sino el resultado puede ser un desastre. El dolor de pies y la sordera transitoria eran precios a pagar.

Una vez en la tranquilidad del hogar puso música. Un buen artista necesita inspiración y una melodía suave tiende a ayudar, por ello, siempre que se dedicaba a la creación procuraba no estar en un entorno silencioso. A veces dejaba canciones llenas de ritmo para que sus movimientos fueran acordes con las notas.

Esbozó una sonrisa, cogió el cuchillo, y antes de poder moverse alguien llamó al teléfono. Odiaba las interrupciones, pero la aceptó. Fue a ver quien le estaba molestando y por ello se pasó media hora enganchada a aquella cadena tecnológica.  Era una de sus amigas queriendo saber que iban a cenar, obviamente no dijo una sola palabra que diera pistas.

Al quedar libre volvió a la cocina, cogió el cuchillo, y empezó su arte. Las verduras frescas debían tener un corte sencillo, sin cargarlas. Era una comida de verano, por lo que poco estaría hecho a fuego. Aderezó aquel plato con frutas troceadas y a pesar de ser algo sencillo, llegó a tardar una hora. La presentación era lo más complicado, pero a su vez lo más interesante de hacer. Debía quedar elegante, pero informal.

Mientras, iba preparando el plato fuerte. No iba a ser precisamente ligero, pero sabía que sus comensales adoraban la carne al horno. Nunca concretaban, así que había pensado en alguna carne suave cocinada con vino y varias especies que quedarían ligeramente tostadas.

En pocos minutos la cocina se inundo de olores y los platos de colores. Horas de dedicación para algo que en unos instantes quedaría reducido a un buen sabor de boda y estómagos llenos.

Preparo dos grandes fuentes con el primer plato, dejó en la cocina, dentro del horno, la bandeja con la carne para que no perdiera el calor. Había varias botellas de vino listas para la ocasión y solo faltaba preparar el postre.

Era con lo que más disfrutaba. Le gustaba siempre la gama de presentaciones entre las que podía escoger.  Las frutas de temporada eran de lo mejor, y podían combinarse con la dulce nata recién hecha. Era una de sus composiciones favoritas y no lo pensó dos veces, sabía que a sus invitados también les iba a gustar.

En total se pasó más de cuatro horas en la cocina, pero al ver todo listo no podía sentir otra cosa que una gran satisfacción.


Cuando llegaron sus amigos, disfrutaron de la cena, todo era perfecto y reconocieron algo que muchos saben y pocos dicen; No es fácil ser buen cocinero.

miércoles, 27 de enero de 2016

Corazón tras la piedra

Había sido una terrible maldición la que había causado su ruina. No podía dejar de recordar su antigua belleza, la cual le fue arrebatada por los celos de un dios que nunca había hecho nada por quienes vivían en la tierra.

Sus hermanas también habían recibido la cólera divina, todas ellas habían perdido su preciosa piel tersa y sin imperfecciones para dar lugar a algunas escamas, las cuales al menos eran resistentes. Sus largas piernas habían sido sustituidas por una larga cola de serpiente, habían conseguido a adaptarse a aquello, tal extremidad tenía muchas ventajas.

Lo que más le había dolido era su preciosa cabellera negra, la cual había dejado lugar a un nido de serpientes que pocas veces dejaban que alguien se acercará a su rostro. Tenían voluntad propia, pero al menos se llevaban bien entre ellas.

Añoraba su antiguo cuerpo, pero al menos había sabido sacarle los beneficios a su nueva condición. Todas sus capacidades habían cambiado, era letal de muchas formas, no solo su lanza tenía la capacidad de matar. Todas las pequeñas serpientes de su cabello poseían veneno, al igual que ella. Su cola era fuerte y se divertía atrapando a sus víctimas con ella, pero su arma más poderosa se encontraba en su mirada.

Sus ojos eran como dos zafiros azules de extrema belleza. Muchos se habían perdido en ellos, antaño. En la actualidad, aquel que los miraba se convertía en piedra.

Vivía aislada del mundo, en un templo de piedra alzado entre las aguas, no recibía visitas, y si alguien se aventuraba en sus dominios terminaba siendo parte del decorado en roca . Por eso aquel día cuando estuchó unos leves ruidos se acercó a las puertas del mausoleo. Antes de llegar un llanto estalló mientras que voces de hombros gritaban.

Se dio más prisa y justo a la llegada vio como la pequeña embarcación se alejaba abandonado aquella niña que no dejaba de llorar. ¿Qué hacer? matar a una niña indefensa no tenía mucho sentido, aunque menos lo tenía el hecho de que la hubieran dejado en aquel lugar.

-¿Sabes por qué te han dejado aquí?

La niña dejó de llorar. Apartó sus manos del rostro y giró la cabeza como si quisiera ver de donde procedía la voz, para luego negar con la cabeza. Los ojos de la pequeña eran completamente blancos, como si la niebla los hubiera poseído.

-¿Puedes ver?

Otra negativa. La niña era ciega, no se convertiría en piedra por mucho que intentará fijar su mirada. Eso era como una tara, la pequeña tenía un fallo, pero no era motivo para abandonarla en aquel lugar, donde su muerte sería prematura.

Quiso investigar más, vio una vuelta alrededor de la pequeña y se fijó en su espalda. La ropa estaba hecha girones pero no se podía ver mucho más por la escasa luz, necesitaba acercar una antorcha y no tardó en hacerlo.  Le susurró al oído que no se moviera y en pocos segundos se acercó de nuevo. El fuego iluminó mejor la zona. La piel de la pequeña tenía una coloración extraña, era grisácea, el cabello eran rizos negros llenos de vida y la espalda... ahí estaba la razón del abandono.

Acercó una mano para tocar aquellas alas membranosas. La niña se estremeció, era normal, seguramente no esperaba notar el tacto de otra mano en aquella parte de su cuerpo, la cual, seguramente era la causa de su exilio y por lo tanto de rechazo.


-Te consideran un monstruo... como a mí...hazte fuerte, yo te enseñaré a sobrevivir. Cuando seas mayor, enséñales quien es el monstruo realmente.

miércoles, 20 de enero de 2016

Tiempo. Historia de "Allá" (4)




El tiempo no es igual cuando estás muerto. Sabes que no vas a llegar tarde porque realmente no tienes que ir a ningún lado en particular. Y en aquel momento ella solo tenía que esperar a que le llamaran, estaba haciendo cola, por lo que tarde no llegaría.

Aquel jardín era precioso, pero había pocas cosas entretenidas que pudiera hacer.  Por ello se dedicó simplemente a pasear de un lado a otro.

Llegó a escuchar muchos nombres, pero no el  suyo. Y sin saber cuánto tiempo había pasado decidió sentarse en el primer banco que encontró.  Al lado había otro con un hombre que la miró con una sonrisa.

-¿Cuanto llevas esperando?

Ella le miró confusa, no sabía cómo controlar el tiempo ahí, no había visto un solo reloj, tampoco había notado un cambio en la luminosidad, no había tenido hambre ni sueño, así como no le había hecho faltar atender a otra clase de necesidades.

-Yo llevo esperando quince mil, doscientos treinta y siete nombres.

-¿Tantos?... a mí me han dicho que quedaban menos...

-Es posible, el orden no es por quien llega primero, sino por quien se ha portado mejor. Yo debo haber sido muy malo a ojos de la Muerte.

-Pero ¿no debería entonces castigarte?.. sin intención de causarte mal..

-No te preocupes, te entiendo, pero para algunos es una tortura esperar en este sitio. He visto algunas almas que han llegado a enloquecer. Algunos creen que la espera es para ponernos a prueba.

-No le veo mucho sentido... y oye, ¿alguien sabe que va a suceder luego?

-Se escuchan muchas cosas, pero no confíes en lo que te hayan dicho. Los becarios dicen lo que deben decir según el protocolo, pero es probable que no tenga nada que ver con eso.

-Ya veo, mala información al cliente. No es una novedad.

"Federico Lonja Martín, pase por la puerta negra"

-Vaya, un golpe de suerte, ya me toca. Espero que pronto te llamen.

El hombre se levantó con una sonrisa y dio media vuelta. Curiosamente ahí se encontraba la puerta, aunque antes en su lugar había un bonito lago donde los patos nadaban. No había ni rastro del lago y de los patos. En su lugar hacia un camino de piedras oscuras que conducían a una puerta del mismo color, rodeada por flores muertas. Ella pensó que si debía pasar por una puerta como aquella era preferible que no la llamaran.  Por otro lado pensó en la conversación. Aquel hombre había calculado su estancia según la cantidad de nombres que había oído, en cambio ella no se había preocupado lo más mínimo por aquel detalle, realmente tenía toda la eternidad por delante y no hacía falta realizar esa clase de cálculos.


Realmente, aquella espera podía ser una tortura, sobre todo para aquellos que intentaban calcular el paso del tiempo.

miércoles, 13 de enero de 2016

Gweskaine. Veneno (4)

Gweskaine sabía que en una ciudad grande era difícil crear el caos si solo eras una hormiga. Por ello cuando llegó a aquella urbe fue a los barrios bajos a buscar aliados. El plan le parecía bueno, buscar malhechores e instarlos para causar el caos y recuperar la riqueza de aquellos que cada día abusaban de la misma.

Sí, habría sido un plan interesante si en aquel lugar hubiera un solo hombre con voluntad de luchar. Las armas disponibles eran cuchillos sin filo, al igual que las mentes de aquellos pobres desgraciados que tan solo buscaban fortuna en los vasos de vino. Era es un espectáculo patético y Gweskaine decidió salir de ahí, de nada le servirían aquellas mentes atrofiadas y sin voluntad.

Su otra opción tampoco era mala, la nobleza requiere sus sacrificios y quizá aquella gente no los había cumplido. Conservar una buena posición u obtener otra mejor podía ser suficiente razón como para saber la tarde escogiendo un arma silenciosa. Los nuevos ricos eran perfectos, habían probado la miel más dulce y sabían la diferencia entre tenerla y no. Ellos lucharían por su posición con todos los recursos y en aquella ciudad habían muchas familias donde escoger.

Subió volando a una ventana del primer hogar que le pareció oportuno, entró entre las cortinas de seda y en silencio observó las estatuas y los cuadros. También había armarios llenos de ropa recién adquirida. Gweskaine pasó de todo aquello y fue a buscar el despachó, ahí se encontraba una mujer haciendo cuentas, lo que esperaba encontrar.

Como una pequeña vocecita de la consciencia Gweskaine empezó a susurrarle, pues la mujer no advirtió la presencia de la pequeña hada que se situó a su lado.

-Realmente es poco... hay quieres consiguen más haciendo menos.

-Hay nobles que me miran con desprecio aún, como si fuera basura de aquella que se encuentra en la calle.

La mujer respondió sin pensarlo mucho, estaba absorta en sus pensamientos y no cayó en la cuenta de que era alguien extranjero quien le estaba susurrando.

-Cualquier día intentarán quitarte lo que tienes... solo porque estas por debajo de ellos... pero no es así.

-Yo he sido más lista hasta ahora, he conseguido hacerme con un lugar y nadie me lo quitará.

-Pero ellos querrán quitártelo, debes ser más rápida. Hacerte con más poder... pasar por encima...


Gweskaine poco a poco se retiró para esconderse en una estantería, la mujer que hacía las cuentas levantó la cabeza mientras murmuraba. El poder era algo que los humanos ansiaban constantemente y la hada jugaría con aquello. Sería un proceso lento, pero el caos era algo que requería tiempo y dedicación.

miércoles, 6 de enero de 2016

Desesperación actualizada. ( 2º Parte.Fin.)




Cuando estamos entretenidos las horas pasan rápido. Nuestra percepción del tiempo se distorsiona de tal modo que nos hace entender que los minutos han huido de nosotros, haciendo que las horas se conviertan en míseros instantes. Pero el efecto contrario también se da. Ese es el efecto que él sufrió, pues cada segundo se alargaba amenazante con convertir aquella tarde sin línea en el día más largo que había vivido.

Había resuelto dedicarse a otras tareas del hogar mientras la incidencia se encontraba activa, miraba el reloj constantemente tan solo para confirmar sus sospechas. Apenas habían pasado quince minutos desde la última vez.

A punto estaba de comerse las uñas cuando decidió coger el teléfono móvil para llamar de nuevo a  su operador. Aquella música infernal no le ayudaba, y cuando escuchó la voz del agente que iba a atenderle logró ver una brizna de esperanza, la cual se desvaneció tras unas pocas palabras.

- Sigue habiendo la incidencia en la zona, pero los técnicos la tienen localizada, por lo que se encuentran trabajando en ello. El tiempo aproximado para que podamos restablecer el servicio es de cuatro horas.

Una patada en el vientre le habría sentado mejor. Colgó con la mano temblorosa, no sabía qué hacer. Se repitió a si mismo aquella mala noticia y sintió nauseas. Demasiado tiempo, él no pagaba para tener esa clase de servicio, él necesitaba conectarse, estar en línea para entrar en los juegos.

¿Y si cambiaba de operador?¿Le harían lo mismo? ¿Cuánto duraría el cambio? No podía arriesgarse, la mejor opción era esperar, pero a su vez era una idea horrible, agonizante. Cada vez que miraba el reloj sentía que una serpiente se encontraba en sus entrañas retorciéndose. En un momento concretó pensó que quizá era hambre lo que tenía por lo que fue a la cocina a saquear la nevera. Tras ello confirmo que la serpiente seguía en su sitio.

Las primeras dos horas fueron soportables, aunque sabía que se acercaba lo peor. La noche caía y era la hora en que más jugadores se encontraban en el juego. Iban a avanzar mucho y él no iba a estar. Con suerte para entonces ya estaría todo arreglado. Aquella era su gran esperanza aunque a lo largo de la tarde se iba haciendo cada vez más pequeña.

Empezó a deambular por su casa, se sentía como un barco a la deriva, sin rumbo ni objetivo, era como un fantasma de un viejo caserón abandonado. Si los niños de los vecinos pudieran verle se asustarían, no había duda. Arrastraba los pies, iba con la mirada perdida de un lado a otro, hacía una ojeada al reloj, al ordenador, acariciaba las teclas y volvía a deambular.

Intentó pensar que realmente no lo necesitaba. Internet era solo una herramienta prescindible, él mucha mucho más que aquello, que aquel sentimiento que le carcomía por dentro, esa urgencia de encontrarse con miles de personas en los juegos...

Cuando se dio cuenta había empezado a beber ese vino que reservaba para una ocasión especial.  Primero una copa, no hace daño a nadie, es más, dicen que una al día es saludable.

Revisó la línea, aún no había y decidió llamar otra vez, siempre podía volver a probar, con suerte habían noticias nuevas. Pero no fue así, la incidencia seguía y aquello parecía una broma cruel y macabra. Estaba a punto de llorar pero decidió ahogar sus penas en una segunda copa.


Cuando se dio cuenta ya era de día. Se había bebido toda la botella y se encontraba tumbado en el sofá. Poco le importó que la casa estuviera hecha un desastre, fue directamente al ordenador y cuando vio que podía navegar por internet la calma le inundó. Se sentó lentamente en la silla y disfrutó al fin de su conexión olvidado la noche anterior y la agonía.