miércoles, 30 de diciembre de 2015
Dragones. Cuento
Hace mucho tiempo, cuando aún no existían las grandes ciudades, la gente vivía en pequeñas casas aisladas por la montaña. Esas casas estaban hechas de todo aquello que la montaña les podía dar; madera, barro, piedras…
En una de esas casitas vivía Luen, una joven de cabellos como la luna y ojos como el mar. Sus padres le hicieron una pequeña casita en un árbol para que la niña pudiera jugar con sus amigas. A veces también le dejaban pasar las noches. Lo que no sabían sus padres es que Luen, esas noches, hablaba con las estrellas.
Ellas le explicaban cómo se veía el mundo desde ahí. Como eran las blancas montañas nevadas, los verdes prados con los caballos salvajes, el gran mar con sus extrañas criaturas.
En una noche de verano, Luen fue a dormir a su casita del árbol. Pero cuando se tumbo para hablar con las estrellas, vio que no había ni una de ellas. La niña se preocupo, busco por todo el cielo, y cuando ya pensaba que era inútil vio una luz brillante que se acercaba.
Cada vez era mayor el resplandor que emanaba, poco a poco pudo distinguir unas grandes alas. En pocos segundos, un gran dragón plateado se posaba ante Luen.
La niña se acerco con cierta curiosidad y tendió el brazo para llegar a rozar una de las alas. Al notar la calidez que desprendía el dragón se aparto de inmediato asustada.
Una voz en su interior intento calmarla, y mientras el dragón extendía el ala la voz le decía a la niña que subiera. Que él era su estrella e iba a enseñarle todas aquellas cosas de las que habían hablado.
Luen no se lo pensó dos veces. Subió encima del dragón y se agarro como pudo para ver poco después como emprendían el vuelo. En cuestión de segundos pudo ver su pequeña casa del árbol por debajo de ellos.
El dragón dejo de coger altura y Luen miro hacia atrás, centenares de dragones iban con ellos. Le explicaron que ellos eran los guardianes del mundo, eran las estrellas que desde los cielos velaban por su seguridad, por el equilibrio del mundo y de todos los seres que en él habitaban.
Pasaron por las blancas montañas nevadas, por los verdes prados con caballos salvajes e incluso por encima de las azules aguas de los mares. Sin darse cuenta Luen se quedo dormida.
Despertó en su pequeña casita. Al lado había una caja, y cuando la abrió vio una brillante escama plateada con una cuerda del color de las perlas. Se puso el colgante sonriente. Las estrellas la habían escuchado y le habían regalado su sueño.
miércoles, 23 de diciembre de 2015
Desesperación actualizada. ( 1º Parte)
Había sido un gran día
hasta llegar a casa. Una agonía empezó a crecer en su pecho pasados los quince
minutos desde que había intentado conectarse a internet desde el ordenador. La
primera vez había pensado que quizá no tenía algo bien conectado, por lo que
había dedicado un tiempo en revisar todos los cables.
Al ver que seguía sin
conexión apagó el router y volvió a encenderlo a los pocos segundos. Aquello
debía funcionar, pensó. Era como se resolvían prácticamente todos los problemas
de aquel estilo. Pero siguió sin poder navegar por internet.
Quizá debía darle un
descanso al router, era un aparato electrónico que se calentaba con facilidad,
por lo que podría esperar media hora mientras limpiaba los platos.
Aquella espera le resultó
larga y tediosa, no por la terea que estaba realizando, sino porque pensaba en
las cosas que se estaba perdiendo. El avance en los juegos, las conversaciones
con los amigos en el chat, la lectura de los correos electrónicos, las noticias
que veía por las redes sociales...eran demasiadas cosas y aquello le iba
consumiendo poco a poco.
Cuando terminó aquella
horrible tarea fue corriendo a probar de nuevo. Seguía sin poder conectarse.
Había llegado el momento
de llamar a su compañía, pero fue tan solo para confirmar lo que tanto temía.
Había una incidencia en la zona e iban a tardar unas horas. El teleoperador le
explicó que los técnicos ya sabían cuál era el problema, estaban trabajando en
ello pero no sabían cuando estaría el servicio restablecido.
Dejó el teléfono móvil a
un lado mientras pensaba en aquellas horas muertas, se sentía abandonado,
incomunicado, como si una parte de él hubiera sido cruelmente mutilada. Miró su
habitación si saber qué hacer, tenía una televisión que solo acumulaba polvo,
libros que ya había leído más de tres veces y juegos de mesa variados que sin
duda, no iba a tocar. También podía ordenar todos los apuntes que tenía de cuando
estudiaba, o doblar ese montón de ropa limpia que se encontraba encima del
sofá.
La mejor opción sería
quedar con los amigos, pero estos se encontraban en los juegos online y no iban
a salir de ahí, por lo que iba a ser una tarde larga, aburrida y desesperante.
Realmente, pasados unos veinte minutos desde la mala notica, empezó a
plantearse ir a la ciudad más cercana para intentar conectarse desde ahí.
Necesitaba entrar en la línea, y el no poder le consumía lentamente.
miércoles, 16 de diciembre de 2015
Larga espera para el descanso eterno. Historia de "Allá" (3)
Estar muerto tampoco era
muy desagradable. No sentía picores, ni dolores, tampoco tenía la necesidad de
ir al baño. Recordaba que en los últimos años debía ir cada quince minutos,
algo molesto y pesado.
Terminó aquel test basado
en su vida, no había un solo error, por lo que cuando lo revisaron le
confirmaron que su alma no había suplantada. Ella los miró sorprendida, no le
decían nada nuevo y aun no sabía nada de su merecido descanso.
La llevaron al exterior
de aquel extraño edificio lleno de despachos. Era un gran jardín, realmente
precioso con flores de todos los colores y arboles que parecían rozar las
nubes. Aunque aquello era extraño, ya que si estaban en el cielo, debía estar
entre nubes, no bajo ellas.
-Deberá esperar a que le
llamen para el juicio, últimamente tardan un par de días.
-¿Ahí veré a la muerte
entonces?
-Depende de si cuando
llegué su turno es su hora del descanso o no. En sus horas de descaso le sustituye
una de las Primeras Almas Santas.
-No me parece un sistema
muy correcto, cuando uno se muere espera que al menos le atiendan como es debido.
-Lo entendemos
perfectamente, puede poner una reclamación en la mesita del té de la terraza azul,
aunque esta situación no es algo que nos agrade, en las últimas décadas ha
habido un aumento del trabajo...
Miró a su alrededor,
realmente había mucha gente esperando en aquel jardín. Algunos paseaban, otros
se habían quedado tumbados, algunos comían en las terrazas, incluso había un
pequeño lago donde los más atrevidos se bañaban. No parecía que tuviera que
aburrirse al menos.
-María Dolores Trebi
Lorent entre por la puerta azul.
La voz por megafonía
llegó a escucharse por todas partes. Una mujer de gustos refinados que se
encontraba en una de las terrazas dejó de comer un pastel de fresas para ir a
la puerta indicada. Al momento, alguien recogió la mesa donde ella se había
sentado.
-Quedan tan solo tres mil
setecientas treinta y siete personas, no se preocupe, la llamarán rápido.
La mujer se fue por donde
habían venido, pronto recogería a otro fallecido y lo llevaría a aquel jardín
para darle la gran noticia, había que esperar para que alguien decidiera que
hacer con su alma. Al menos había la certeza de que el cuerpo terrenal iba a
servir de abono y aquello era algo productivo.
-Al menos ahora tengo
tiempo para hacer cola...
-Ahora dice... cuando
entremos ahí nos dirán si tenemos que ir a otra cola, por lo visto ahora hay
demasiadas almas en el descanso y muchas de ellas son enviadas a la
reencarnación, y para ello hay que esperar a que hayan nacimientos. Luego están las almas condenadas a trabajos
forzados, ya no existe eso del cielo y el infierno... yo solo espero que no me
toque trabajar al lado de la fotocopiadora, cuando se estropea toca copiar
todos los documentos a mano.
miércoles, 9 de diciembre de 2015
Cuento antes de dormir.
"Era una casita de
piedra gris con mucho musgo debido a la humedad de aquel bosque. Había un
pequeño cercado con un par de cerdos y varios árboles que estaba claro que habían
sido plantados a propósito pero la joven Martha no sabía reconocer de que clase
eran.
Como estaba hambrienta por
haberse perdido durante horas fue a la puerta de madera y golpeo tres veces."
-¿Por qué tres veces?
-Si vas a interrumpir el
cuento me voy a la cama.
-No, no quédate, no diré
nada más.
La anciana miró a su
nieta quien se había tapado bien y cerrado los ojos. Cada noche era lo mismo.
La escusa de aquella vez era un monstruo debajo la cama, pero ella había
asegurado que no había nada, luego la pequeña le había suplicado por el cuento.
"La puerta se abrió
sola, pero eso no sorprendió a la pequeña, ella sabía que ahí vivía una bruja y
por lo tanto era normal que la puerta estuviera hechizada. Martha no tenía miedo, sabía exactamente que
debía hacer, tan solo necesitaba encontrar el amuleto donde la bruja había
atrapado el espíritu del bosque.
Pasó toda la tarde buscándolo,
y cuando estaba a punto de desistir, llegó la bruja.
Era bastante bajita pero
su sombrero puntiagudo le hacía ganar altura. Llevaba un vestido gris con
adornos blancos y en su cuello se encontraba el colgante que la niña había
estado buscando.
Martha se encontraba
escondida en el armario, pero no fue una gran idea, la bruja guardaba ahí un
montón de cosas y sabía que tarde o temprano la encontraría. Con lo que no
contaba Martha era con sus amigos, que al no encontrarla para jugar habían ido
a buscarla.
Cuando ellos llegaron a
casa de la bruja, ésta ya había descubierto a Martha y la tenía bien atada a
una silla. Por ello sus amigos entraron en la casa con gritos y levantando
palos como si fueran espadas y ellos los caballeros al rescate de una princesa.
Aunque la bruja era
poderosa no podía hechizarlos a todos de golpe, transformó uno en rana, a otro
en rata pero no tuvo tiempo de transformar al tercero, quien le dio un buen
golpe en la cabeza.
Desató a su amiga y
mientras él cogía a sus dos amigos transformados ella cogió el colgante y lo
rompió.
No sucedió nada, lo cual
fue una gran decepción, pero se fueron a casa pensando en cómo explicar a los
padres que dos de esos chicos ahora eran pequeños animales.
Antes de llegar al pueblo
un gran ciervo blanco apareció delante de los chicos, y el sapo y la rata volvieron
a ser niños. Era el espíritu del bosque. Les dijo que había encerrado a la
bruja en una bola de cristal, y que a partir de ese momento, él protegería el
bosque, aunque esperaba contar con la ayuda de esos nobles corazones.
Y así fue como esos
cuatro niños empezaron con la tradición de los druidas del bosque."
La anciana vio que la
niña ya estaba dormida. Le beso en la frente y se fue de la habitación pensando
en los temores de su nieta.
Unos ojos temblorosos
siguieron los pasos de la mujer, hasta que salió de la habitación. Tenía miedo,
le había dicho a su padre varias veces que sabía que habían monstruos en su
habitación, y su único pensamiento era en que confiaba estar a salvo y que
aquella criatura que estuviera encima de la cama no quisiera mirar debajo de
ella.
miércoles, 2 de diciembre de 2015
Ser mecánico. No es fácil Ser (parte 9)
Siempre estaba repleto de
manchas de aceite. Muchos decían que era una persona sucia por ello, las
manchas eran demasiado visibles, pero nosotros estábamos orgullosos de él.
Aquellas manchas realmente tenían otro significado.
Las uñas solían estar
bastante negras, señal que había estado trabajando con pequeños tornillos. Las manos
también tenían aquel color, a causa de aguantar grandes y pesados componentes
necesarios. Incluso en la frente tenía rastros de suciedad por haber intentado
sacarse el sudor y que no le molestara mientras caía por todo el rosto.
En la ropa es donde más
se veían aquellos signos del trabajo duro. Las zapatillas estaban desgastadas
por todos lados, señal que no dejaba de andar de un lado a otro cargando
herramientas o componentes, por lo que debía apoyarse bien. Los pantalones
habían sido de color azul, un color claro y nítido, pero con el tiempo se fue
oscureciendo, el aceite y otros componentes impregnaron la tela para no
marcharse jamás. Clara señal de haber estado por el suelo si era preciso para
solucionar el problema. A veces debía pasarse horas debajo de una de aquellas
bestias metálicas para hacer la reparación necesaria.
Las camisetas se
encontraban llenas de pequeñas y grandes manchas. Cuando las veíamos
sonreíamos, sabíamos el significado de cada una.
"Aquella significa
la dedicación, se ha asomado demasiado y se ha manchado."
"Esa es la
perseverancia, se repite porque lo intentó hasta lograrlo."
"Las del costado son
las de la victoria, las manos apoyadas en la cintura para observar el mejor
trabajo realizado."
Y es que trabajar con las
manos es todo un arte, tener delante el motor de un coche y conseguir que
funcione cuando antes solo era capaz de dejar ir extraños ruidos es todo un
logro que pocos consiguen.
Él siempre fue capaz de
arreglar esos extraños mecanismos que los demás veíamos como extraños pero
imprescindibles, por lo que él es igual de imprescindible, aunque pocas veces
se le dice.
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