Todos decían que aquel
proceso era especial, que era un momento de la vida inolvidable. Cuando el
embarazo estaba avanzado él seguía igual. Aquella experiencia no le aportaba
nada de positivo, tan solo gastos en chocolate y otros antojos que ella tenía.
Su única aportación había sido genética, por lo demás se sentía completamente
ajeno a todo lo que estaba sucediendo.
Quedaban pocas semanas
para que aquello terminará y empezará la siguiente fase, ahí su papel sería más
importante, o es lo que decían. Ella le llamaba emocionada muchas veces diciendo
que le sentía, pero cuando él posaba su mano en el hinchado vientre solo había
calma.
Aquello le hacía sentir
más alejado de aquella pequeña criatura que supuestamente vivía, también,
gracias a él.
Un día, estando
tranquilamente disfrutando de las vacaciones llegó el momento. Ella fue la
primera en sentirlo, ¿cómo? era algo que él nunca sabría ni llegaría a sentir.
Su deber era llevarla al hospital y apoyarla, sabía que eso le ayudaba pero no
hacía más que fortalecer aquel sentimiento, él era solo un elemento que
favorecía a los demás, pero no se sentía parte de todo aquello.
En la sala de partos se
mantuvo firme, al lado de ella, quien realmente estaba sufriendo el
proceso. Llegaron los llantos
infantiles, era niña y ya estaba con ellos. Alguien mencionó algo sobre el
padre, pero él seguía sintiéndose ajeno.
La niña terminó en manos
de la madre, y ella le llamó la atención para que se acercará. En aquel momento
lo vio todo claro. Aquella pequeña niña le miraba por primera, tenía los ojos
muy abiertos, eran de color miel, como los de la madre pero había algo más. Aquellos
ojos curiosos eran la prueba viva de que él no solo era un mero espectador,
había algo de él en ella.
Se sintió más participe,
más responsable de ella. Sabía que aquella pequeña solo les tenía a ellos y no
iba a fallarle. Secó sus primeras lagrimas, escuchó sus primeras carcajadas,
vio sus primeros pasos, escuchó sus primeras palabras, pagó sus fiestas de
cumpleaños, le compró los mejores regalos, le llevó a los lugares más lejanos,
le ayudó con los primeros deberes, sufrió en sus primeros exámenes, amenazó a
sus primeros novios...
Ella era su pequeña
princesa, él era su guardián, su protector, su confidente, su apoyo, su fuente
de saber, él lo era todo.
No es fácil ser padre.
Relato dedicado a todos los padres
Ma ah gustado mucho.
ResponderEliminarMe alegro que haya gustado.
EliminarBonitas palabras, un padre lo es para siempre .
ResponderEliminarLos padres se merecen todas las palabras del mundo, pocas veces se tiene en cuenta todos los esfuerzos que hacen para ayudar y cuidar a los hijos.
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